Que al futuro se llega desde el presente es una realidad que se constata día a día. Asuntos claves para las empresas, como flexibilidad, escalabilidad, reducción de costos y seguridad de la información, entre otros, pasan por la computación en la nube. Hablemos, pues, de journey to cloud.
Cuando hablamos de journey to cloud estamos hablando de un camino que implica una transformación gradual y estratégica de la infraestructura de TI, con el objetivo de aprovechar los beneficios de la computación en la nube.
Se trata de un proceso gradual y estratégico, mediante el cual las empresas transfieren parcial o totalmente sus recursos tecnológicos, como servidores, almacenamiento y software, desde una infraestructura local hacia la infraestructura basada en la nube.
Este proceso debe ser estratégico, un recorrido pensado y analizado, que permita la transformación efectiva de las empresas, aprovechando los beneficios de la computación en la nube como la escalabilidad, la reducción de costos, la mayor disponibilidad, la agilidad empresarial y la capacidad de innovación.
Además, al migrar a la nube, las empresas pueden optimizar sus operaciones de TI y posicionarse mejor en el mercado actual.
El viaje hacia la nube, el camino hacia la computación en la nube o journey to cloud, no se realiza de la noche a la mañana. Es un proceso que requiere planeación, coordinación y gestión.
Hay un momento para la evaluación y planificación, donde entiendes tus necesidades y evalúas los requisitos para migrar a la nube. Necesitas seleccionar un proveedor de servicios en la nube, quién entiende mejor qué es lo que buscas; pero también quién te da soluciones a situaciones que tal vez no habías tenido en cuenta.
Vas a necesitar un tiempo de adaptación de las aplicaciones, revisar cuáles servirán en nube, cuáles deberían modificarse en su arquitectura, cuáles se reemplazarán o si necesitas desarrollos diferentes a los que has usado. Hace falta tiempo para la implementación y migración, para la configuración de la infraestructura en la nube y la transferencia de datos. Y todo esto hay que probarlo bien antes del start final. Este proceso es paso a paso: ir a la nube de poco a poco y nunca en un big bang.
Finalmente, como te lo dijimos antes, se trata de un proceso que requiere optimización y gestión continua, para mantener alto rendimiento, ajustar la configuración según sea necesario y mantener actualizadas todas las herramientas.
Hay aspectos que debes tener en cuenta en tu propio journey to cloud, variables que debes considerar para entender cuáles son los retos con los que te puedes encontrar.
Es posible que la complejidad de la arquitectura existente implique procesos más exigentes en la adaptación y reconfiguración de estos sistemas para llevarlos a la nube, por ejemplo.
Uno de los puntos cruciales es que, durante la migración a la nube, se debe garantizar la integración adecuada de sistemas y aplicaciones existentes. También es fundamental que la seguridad y la privacidad de los datos no se vean alteradas y que se cumplan las regulaciones y normativas aplicables.
Es necesario evaluar los presupuestos, para tener claro cuál es la inversión que puede realizar tu empresa o negocio.
Contar con un aliado en este camino es lo ideal. La migración a la nube debe ser un proceso hecho con juicio y de la mano de un especialista en el tema, que entienda las necesidades de tu negocio y pueda darles respuesta a estos y otros retos que puedan surgir.
¿Cuáles son esos beneficios? Podemos hablar de mejoras en la eficiencia, optimización y reducción de costos, aumento en la disponibilidad y la escalabilidad, fortalecimiento de la seguridad a la par que se brinda un impulso a la innovación y la competitividad.
Migrar a la nube es un paso importante para aprovechar los beneficios que ofrece la tecnología para posicionarse adecuadamente en el entorno empresarial actual.
Hablemos más de cada uno de esos puntos que mencionamos.
La nube permite a las empresas ajustar rápidamente la capacidad de almacenamiento, procesamiento y cómputo según sus necesidades cambiantes. Esto significa que se pueden agregar o reducir recursos de manera ágil y eficiente, lo que resulta en una mayor capacidad para responder a la demanda del mercado, inclusive sólo por unos periodos cortos de tiempo.
Al migrar a la nube, las empresas pueden reducir significativamente los costos asociados con la infraestructura de TI. Ya no es necesario invertir en servidores físicos costosos ni en mantenimiento continuo. Además, los modelos de precios basados en el consumo permiten pagar solo por los recursos utilizados.
Los proveedores de servicios en la nube ofrecen garantías de disponibilidad y confiabilidad, lo que significa que los sistemas y aplicaciones alojados en la nube tienen menos probabilidades de sufrir interrupciones o pérdida de datos. Además, la nube proporciona copias de seguridad automáticas y redundancia en caso de fallos.
La migración a la nube permite a las empresas ser más ágiles en el desarrollo y despliegue de nuevas aplicaciones. Los equipos de desarrollo pueden aprovechar servicios en la nube, como plataformas de desarrollo, contenedores y funciones sin servidor, para acelerar la entrega de productos y servicios al mercado.
La computación en la nube proporciona acceso a una amplia gama de servicios y herramientas de vanguardia, como inteligencia artificial, aprendizaje automático, análisis de datos avanzados y servicios de IoT. Estas tecnologías pueden impulsar la innovación y ayudar a las empresas a mantenerse competitivas en un entorno empresarial cada vez más digital.